martes, 29 de septiembre de 2009

Métodos tradicionales bajo la modernidad del Central District de Hong Kong

Vista nocturna de Central y Victoria Bay desde Victoria Peak. (Pinche la foto para ampliarla)

El Central District de Hong Kong aparenta ser un paradigma de modernidad. Una de las mejores formas de apreciarlo es desde Victoria Peak. La vista por la noche es espectacular y ciertamente parece una ciudad del futuro. Pero si uno pasa unos días y se fija un poco en los detalles, se dará cuenta de que bajo esa modernidad se esconde todavía la tradición.

He aquí un pequeño ejemplo: Uno de los rascacielos menores está cubierto por un Gulliver que anuncia unos calzoncillos muy caros. Si nos fijamos en el sobaco del individuo vemos que hay unos liliputienses con casco amarillo (amplie la foto). Estos operarios están construyendo un andamio que envuelve todo el edificio.

Enorme andamio envolviendo a Gulliver. (Pinche la foto para ampliarla)

El andamio ha sido montado en menos de dos días (tengo fotos que lo prueban). Pero lo que quiero hacer notar es que éste, aunque parezca imposible, está hecho de miles de... ¡cañas de bambú!

Una mirada más cercana revela la verdadera naturaleza del andamio: Miles de cañas de bambú. (Pinche la foto para ampliarla)

jueves, 24 de septiembre de 2009

Las aventuras de un profanador de tumbas (segunda parte)

Cementerio de un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme.

En la primera parte revivimos las visitas nocturnas a cementerios del joven Vesalius. Como ya les confesé, un servidor también es aficionado a este tipo de excursiones. Así que hoy me dispongo a relatarles lo que ocurrió en la última de ellas.

Hace unas semanas, tuve el honor de ser invitado a pasar unos días en el castillo del doctor Frikosal. Una tarde, durante una excursión por la comarca en compañía del doctor y su encantadora familia, todas las alarmas de mi detector de cementerios saltaron simultáneamente. Unas cruces sobresalían en lo alto de una colina. Sin poder apartar la mirada de aquellas, conducimos a toda prisa hasta llegar a la entrada. Era un lugar ciertamente precioso. Tanto como un cementerio pueda serlo. Una hermosa pared de piedra hacía de límite del recinto y un arco con una verja de hierro servía de entrada. La verja estaba cerrada y tenía un pasador. No obstante, una gran alegría se apoderó de mi cuando vi que no había candado. Era evidente que debíamos regresar por la noche. Planteé el tema y, tras algunas dudas, el doctor propuso regresar en mi coche. El suyo es bien conocido en toda la comarca y su sola presencia levantaría sospechas. La ausencia de reacción en la familia del doctor me indicó que ya estaban habituados a observar comportamientos excéntricos. Ahora el único problema era el cielo, que estaba demasiado cubierto. ¿Se despejaría a tiempo?

Tras la excursión, que incluyó un baño en un río la calidad de cuya agua me abstendré de calificar, regresamos al castillo a cenar. Algo más tarde, ya entrada la noche, observé que el cielo se había despejado. Era el momento.

Vía Láctea sobre el cementerio.

El doctor y un servidor conducimos de nuevo hacia el cementerio. Por el camino discutimos sobre las diferentes estrategias
para pasar desapercibidos. Frikosal había traído un pequeño álbum fotográfico como justificante en caso de que las cosas se pusieran feas. Al cabo de un rato ya estábamos en pie frente a la verja. Había que abrirla con cuidado ya que el menor ruido podría alertar a la población local (se entiende a los vivos de fuera del cementerio). La puerta chirriaba bastante, como corresponde, y los aullidos de un perro a lo lejos, que por momentos parecía un lobo, daban mayor atmósfera al momento. Por suerte, se celebraba una fiesta en el pueblo, así que la gente estaba distraída.

Al entrar en el recinto el viento soplaba hacia el exterior y daba la sensación que al abrir la puerta se había perturbado la calma que reinaba unos minutos antes. Buscamos algunos puntos de vista sugerentes para las fotos. Pero la sencilla composición formada por la vista frontal de la serie de tumbas funcionaba perfectamente.

Al principio nos movíamos tímidamente. En la oscuridad temíamos un tropiezo que nos hiciera caer sobre un terreno que presumíamos no muy firme y lleno de huesos. Al cabo de una hora aproximadamente, comenzamos a oír una multitud gritando en las afueras del pueblo. El doctor estaba convencido de que la multitud exaltada venía a lincharnos. Tras unos segundos de dudas me dirigí a la puerta. No se veía a nadie. Al parecer los gritos formaban parte de la fiesta del pueblo.


La noche siguió sin más problemas. El doctor, que al principio se mostraba reticente a entrar, acabó sintiéndose muy cómodo tumbado en el suelo entre las lápidas para conseguir un buen ángulo para sus tomas, y casi hubo que llevárselo a rastras.

Cuando ya nos marchábamos, realicé unas últimas fotos de la entrada. Al final resultaron ser estas las más interesantes. En efecto, a la mañana siguiente, tras procesar las fotos, descubrimos una cosa un tanto misteriosa. Un ser semitransparente parece no atreverse a cruzar el dintel de la entrada ¿Tal vez un espíritu se despedía de nosotros? Juzguen ustedes. Pero no recuerdo exactamente si esto último fue así. Será mejor que comprueben la versión de Frikosal.

¿Acudiría un espíritu a despedirse de nosotros?

domingo, 20 de septiembre de 2009

Las aventuras de un profanador de tumbas (primera parte)

Cementerio de un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme. (Pinche la foto para ampliarla)

Aunque el título promete, no se si el relato va a estar a la altura. Pero lo cierto es que las historias que todavía se cuentan en las calles cercanas a los antiguos cementerios de París, Lovaina y Padua son, por lo menos, algo inquietantes.
Algunas noches, en tabernas de mala muerte, se escucha algún viejo borracho comentar historias transmitidas durante generaciones, referentes a las acciones de un joven estudiante de medicina llamado Andries van Wesel, que pasaría a la posteridad con el nombre de Andreas Vesalius.

Durante buena parte de la Edad Media, la disección de cadáveres humanos estaba totalmente prohibida, perseguida y castigada por la Inquisición. Los médicos únicamente podían aprender la anatomía humana mediante suposiciones a partir de la disección de animales no humanos. No fue hasta el inicio del Renacimiento que unas pocas ciudades-estado decidieron permitir la disección de algunos cadáveres por año, procedentes de criminales ejecutados. Sin embrago no era suficiente. Vesalius estaba sediento de conocimientos y tenia que hacer algo para progresar en sus investigaciones.

Pero más que relatar sus acciones, creo que será mejor que el propio Vesalius nos cuente lo que, secretamente y con gran riesgo para su vida, hacía para aprender. Recordando sus primeros años como estudiante y luego como joven médico, Vesalius escribió:

“En este momento, no pasaría de buena gana largas horas en el cementerio de los Inocentes en París revolviendo huesos ni iría a buscarlos a Montfaucon, donde de una vez, con un compañero, numerosos perros salvajes me pusieron en grave peligro. Tampoco tendría ganas de que me dejaran fuera de [la Universidad de] Lovaina para, solo en medio de la noche, poder llevarme huesos de ahorcados para preparar un esqueleto […] ni aconsejaré a los estudiantes de medicina que observen dónde han enterrado a alguien. No guardaré en mi dormitorio durante varias semanas cuerpos tomados de las tumbas [...]. Sin embargo, demasiado joven para obtener dinero de mi profesión y deseando aprender y avanzar en nuestros estudios comunes, soporté de buena gana y alegremente todas estas cosas.”

Tengo que confesar que, de vez en cuando, yo también acudo por las noches a los cementerios. He adquirido cierta experiencia internacional, habiendo profanado en multitud de países. En esta ocasión fui a un cementerio junto al amigo MS, con quien comparto la obsesión por fotografiar paisajes con cielos estrellados. Lo que ocurrió esa noche se lo contaré en la segunda parte de esta entrada.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Las ¡motorbike! de ciudad Ho Chi Minh

Enjambre de motociclistas. Como en muchos países asiáticos la gente tiene cierta afición a llevar mascarilla por la calle.

Las calles de ciudad Ho Chi Minh, la antigua Saigón, parecen un hormiguero humano. Viven siete millones de personas que se desplazan en quinientos mil automóviles, algunos autobuses y, sobre todo, los cerca de cuatro millones (!) de motocicletas.

Las motocicletas son mucho más asequibles que un automóvil o camioneta, así que la mayoría de personas las utiliza para llevar carga.

Familia de seis miembros todos en la motocicleta.

Los moto-taxistas esperan clientes en cada rincón. Cuando ven a un extranjero gritan ¡motorbike!. En muchas partes del país son terriblemente pesados, e incluso te siguen por la calle preguntando “Where do you go?”.

En esta foto me acerqué con sigilo para que no me ofrecieran sus servicios. Sorprende el gran equilibrio para dormir sobre la moto, cosa que también he observado en otros países asiáticos.

Otro de los momentos en lo que es posible acercarse sin “peligro” a los “temibles” moto-taxistas.

Vietnam es uno de los países en que peor se conduce de todo el mundo. Creo que el adjetivo más adecuado es suicida. Prevalece la ley del más fuerte y los camiones y autobuses van a toda velocidad por las carreteras, sin ningún miramiento. Cuando se encuentran un pelotón de motos y bicis no frenan. Con el claxon permanentemente funcionando embisten contra la masa que, casi siempre, se aparta a tiempo. Obviamente el nivel de accidentes de tráfico es brutalmente elevado. Por eso el gobierno se ha puesto serio y obliga a utilizar el casco bajo amenaza de fuertes multas. Aún así hay unos 12.000 muertos al año. (A modo de comparación, en España son algo más de 2.000 en una población que es la mitad aproximadamente). Con las medidas del gobierno, poner una tienda de cascos en Ho Chi Minh es negocio asegurado. Efectivamente, se encuentran bastantes de estas tiendas dedicadas exclusivamente a la venta de estos accesorios.

Las gorras que se ven en la foto (en el espejo) son también cascos con diseño muy original.

Por la noche la gente sale de fiesta en la moto.

En las grandes avenidas, los semáforos se respetan bastante.

En una ocasión alquilé los servicios de uno de estos motoristas para ir a un pueblo a más de 30km de distancia. Pasé muy mal rato con las ruedas de los camiones pasando a dos palmos de nuestras caras. Por el camino vimos un accidente con una camioneta volcada. Íbamos a las 4 de la madrugada porque quería evitar el tráfico suicida de horas menos intempestivas y porque tenía planeada una foto muy especial antes de la salida del sol. Pero de esto les hablaré otro día.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Vidas solitarias en busca de oro. Mi reportaje sobre los buscadores de oro de Tierra del Fuego en la revista Altaïr

Jorge Gesell en su ranchito de la Sierra del Boquerón (pinche para ampliar la foto)

Cuando las primeras señales de oro fueron descubiertas en la Sierra del Boquerón, en 1879, una pequeña fiebre del oro comenzó en Tierra del Fuego. Tras unas pocas décadas, las explotaciones mecanizadas se rindieron a la falta de rentabilidad y dejaron el área a los buscadores independientes. Todavía hoy quedan cinco solitarios que, cada uno por su cuenta, extraen oro de forma artesanal en diferentes lugares de la Sierra del Boquerón.

En el presente número de la revista Altaïr (Septiembre-Octubre de 2009) aparece publicado mi reportaje sobre Jorge Gesell, uno de estos últimos buscadores. Son seis páginas en cuyo texto explico como vive Jorge y la historia de la minería aurífera en Tierra del Fuego.

El número está dedicado a la Antártida y Tierra del Fuego y contiene muchos otros reportajes.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Quién sabe dónde

¿Dónde es? (Pinche para ampliar la foto)

Hoy me gustaría proponerles un pequeño juego. Se trata de adivinar qué lugar es el de la foto. Si les apetece, pueden hacer sus intentos en los comentarios. Daré la respuesta en unos días, también en los comentarios. Por cierto, no se precipiten en la respuesta.

Actualización: La respuesta ya está en los comentarios

domingo, 6 de septiembre de 2009

Los 10 mandamientos de la fotografía y las herejías fotográficas

Parto de una menonita Old Colony. Estoy bastante seguro de que es la primera vez que esto ha sido fotografiado. (Pinche para ampliar la foto)

Si la fotografía fuera tan dogmática como la religión, tal vez existirían unos diez mandamientos. Se me ocurre que éstos podrían ser los siguientes:
  1. Buscarás el Momento Decisivo sobre todas las cosas
  2. No tomarás el nombre de National Geographic en vano
  3. No te harás otros ídolos diferentes de Henri Cartier-Bresson
  4. Utilizarás un trípode sólido aunque tengas que deslomarte durante el viaje
  5. No interpolarás
  6. No utilizarás objetivos todo en uno (tipo 18-200mm)
  7. No dispararás a mano alzada a menor velocidad que el inverso de la focal de tu objetivo
  8. Siempre entregarás tus fotos a 300 dpi
  9. No consentirás pensamientos impuros acerca de las personas que estés fotografiando
  10. No codiciarás el equipo fotográfico ajeno
Tengo que reconocer que habitualmente incumplo todos los mandamientos excepto el segundo. Además lo hago de forma consciente, con todas las ganas y recreándome durante el proceso. Y encima no me arrepiento. Pero antes de que me llamen pecador, deben saber que mi opinión no coincide con la expresada en los mandamientos. Así pues, más que un pecador, soy un hereje. Con el tiempo les iré presentando algunas de mis herejías fotográficas favoritas.

Para comenzar, hoy les presento esta foto de un parto menonita. En ella incumplí gravemente los mandamientos cuarto, sexto y séptimo. La foto está hecha a ISO 3200, con medio segundo de exposición a mano alzada (eso sí, con el reductor de vibraciones en marcha), y con un 18-200 mm (equivalente a un 27-300) ajustado a su mínima focal. La foto era difícil e importante para el reportaje que estaba haciendo (y sobre el cual espero contarles más cosas en otra ocasión), así que mientras la hacía iba profiriendo juramentos. No obstante, no incumplí el segundo mandamiento.

Tengo que agradecer el buen criterio -no de Balmes precisamente- que tuvieron Elena García Ayala y Jordi Socías, responsables de fotografía en El País Semanal, al decidir hacer una doble con esta imagen en dicha revista, dentro de un reportaje de 10 páginas que salió el pasado 2 de agosto de 2009.

Como he dicho antes, otro día les contaré más ejemplos. Especial interés tiene, creo, la ocasión en que incumplí el segundo mandamiento. O tal vez, ¿casi lo incumplí? No sé, tengo que hacer memoria. Pero recuerdo muy bien que en esos momentos estaba haciendo equilibrios sobre el tejado de una casa, a mucha altura y con bastante peligro. Ya les contaré.

martes, 1 de septiembre de 2009

Astronomía, fotografía y aventuras. Presentación del blog

Mi tienda de campaña bajo la Vía Láctea (Pinche la foto para ampliarla)

Parece ser que el tiempo se extiende hacia atrás cerca de 14 mil millones de años. Durante la mayor parte de ese tiempo nuestro sistema solar no ha existido. Se formó hace unos 5 mil millones de años. En otros tantos el Sol se expandirá en su fase de gigante roja y se tragará a la Tierra, que pasará de nuevo al frecuente estado de no existencia. El Universo seguirá impasible, creando y destruyendo galaxias, estrellas y planetas. Sobre algunos de estos evolucionarán seres que, eventualmente, se preguntarán sobre estas cosas.

Desde nuestro rincón, en las afueras de la galaxia que llamamos Vía Láctea, las personas tenemos la oportunidad de participar en esta gran historia cósmica. Algunos afortunados existen durante unas décadas; otros algo menos. Pero tarde o temprano cada uno de nosotros dejará de existir para siempre. Llegado ese momento, jamás volverá un tiempo en el que existamos. ¿Seremos capaces de glorificar con nuestras acciones cada segundo de nuestra corta existencia?

Gracias a la cultura podemos aprovechar algunas experiencias y conocimientos de las personas que nos han precedido en la historia. Algunas de ellas nos hablan a través del tiempo, mediante los libros que dejaron escritos. La ciencia es una parte de esa cultura especialmente reciente. Sin embargo, nos ha permitido responder en buena medida a las preguntas más trascendentes.

Gracias al trabajo de innumerables científicos, que cobran una parte infinitesimal de lo que cobra un futbolista, pero que disfrutan de una visión privilegiada de la realidad, podemos contemplar el mundo y extasiarnos con la compresión de al menos una parte de él. Tras pasar un tiempo dedicándome a la astrofísica decidí hacer una pausa. Me daba miedo que se acabara mi tiempo -nadie sabe de cuantos años de existencia va a disponer- y no tener tiempo de hacer algunas cosas que me apetecían muchísimo. Así que me apresuré a hacer lo que quería en el momento que lo quería para como dijo Henry David Thoreau, “no descubrir, cuando llegara mi hora, que no había vivido.”

De Thoreau hablaré más de una vez, y de muchas otras cosas. A menudo voy a ir mostrando fotos y explicando cosas de varios lugares del mundo. Esto es debido a que recorrer el mundo es lo que más hago últimamente. Muchas veces no especificaré la localización exacta de los lugares, especialmente si conservan mucho encanto. No fuera a perderse por mi culpa.

No sé cuanto va a durar este blog. Supongo que con el tiempo iré cogiendo un tono que me guste e irá tomando forma. Ya veremos.
Esta primera foto resume bastante bien algunas cosas que me gusta hacer. La tomé en el interior de la parte chilena de la isla Tierra del Fuego. Esta zona es de difícil acceso y casi no vive nadie. Por eso está libre de contaminación lumínica y se ve un cielo estrellado muy limpio. Me desplazaba haciendo dedo a las camionetas de los estancieros y a los camiones que llevaban provisiones a un campamento de pescadores. Me quedé al lado de una antigua estancia abandonada, de la época de los pioneros que colonizaron la isla. Planté mi tienda en una pequeña depresión del terreno para protegerme del viento, que allí suele ser muy fuerte. Por la noche cesó un poco y salí de la tienda a hacer una de las cosas que más me gustan: Contemplar la Vía Láctea. Me gustan esas situaciones en las que parece que uno es el único habitante del planeta. Un punto frente a esa inmensidad. Como he dicho antes, la Vía Láctea contiene el Sol, nuestra estrella. Pero también contiene otras 100 mil millones de estrellas más. Grande, ¿verdad? Pues se calcula que el Universo contiene 100 mil millones de galaxias.